Cuando la vecina pasaba, el loro del peluquero siempre le gritaba sin piedad:
- Buen día, puta!
Hasta que un día ella no aguantó más y reclamó airadamente al peluquero, que – como modo de castigar al loro por su mala conducta- lo pintara de negro.
Al día siguiente ella pasó por la peluquería y el loro, ahora pintado de negro emputecido a mas no dar, no dijo absolutamente nada.
La mujer, triunfante, lo provocó:
- Ahora estás calladito loro maricón, no?
A lo que el loro , con aire de olímpico desprecio, respondió:
- Cuando estoy de smoking no hablo con putas.
martes, 5 de abril de 2011
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