
* mezclar alimentos incompatibles;
* las intolerancias alimenticias de las que normalmente no somos conscientes o negamos;
* el ansia por comer nos induce a comer muy deprisa, lo que conlleva a una escasa deglución del alimento y la consiguiente entrada de aire/gas con el alimento al estómago y su inevitable acumulación en él y demás vísceras del aparato digestivo; ya que muchas veces comemos sin hambre, sólo por comer, como el fumador impulsivo;
- El ritmo de vida estresado y a la vez sedentario, sin caer en la importancia del ejercicio o del movimiento natural que el cuerpo necesita. La grasa tiende a acumularse en la zonas de menor actividad.
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