En los últimos meses, varios economistas estadounidenses han propuesto que la semana laboral debería de durar solamente cuatro días, de lunes a jueves y con 10 horas de trabajo diario.
De este modo argumentan que se conseguiría aumentar la eficacia y se reducirían los gastos tanto de las administraciones públicas como de las empresas.
En el estado de Utah (EEUU) han llevado esto a cabo a modo de prueba. Se ha demostrado que el ahorro de tener los viernes todo apagado subiría a varios millones de dólares al mes.
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